Y comencé a pensar… y comencé a sentir… y comencé a escribir…
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El control. El control en tanto que virtud y no obsesión. El control que es el verdadero poder, es esencial. Controlar un hábito, una adicción o un ansia; es contemplarlo, es ver todas las energías mentales emocionales y físicas. Y nada más. Ver todo, desde su raíz. Que no se escape nada. Sobre todo el pensamiento perezoso que no quiere mirar, ni trabajar, ni hacer nada más que “lo que le da la gana”. El perezoso es el rebelde, el enfadado, y no quiere hacer nada. Sólo protestar. De forma estética, gritando, berreando o en silencio… no importa… es el enfado que llevas a cuestas, amigo mío, que no te deja hacer nada… pero recuerda… haz…
